luns, 5 de agosto de 2019

En Compostela con Gabo

Gabriel García Márquez, como todo el mundo, tenía también una abuela gallega. Se llamaba Tranquilina Iguarán Cotes. Era panadera. En Colombia, en la Casa Grande de Aracataca donde transcurrió la niñez del autor, contaba maravillosas historias y leyendas mientras pasaba sus manos arrugadas por la masa. El propio García Márquez reconoció varias veces que las historias de su abuela marcaron en buena medida el realismo mágico de su literatura.


Caricatura de Gabriel García Márquez realizada por el autor.

En algunos momentos de su vida Gabo trató de descubrir sus supuestas raíces gallegas. En el año 1983, un año después de recibir el Premio Nobel de Literatura, el autor de "Cien años de soledad" decidió visitar Galicia por primera vez en su vida. Fue una visita secreta, bajo la protección del Gobierno de Felipe González. Guiado por el delegado del Gobierno en Galicia Domingo García Sabell, García Márquez vio el milagro de las piedras florecidas y la melancolía de las gotas resbalando por las torres sagradas de Santiago de Compostela.

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"Gabo" paseando con Domingo García Sabell por Compostela.

El colombiano cambió por unos días las alegres guayaberas decoradas con delicadas flores y pájaros exóticos del Caribe por los abrigos y los paraguas bajo la lluvia de siglos de Compostela. Sintió las campanadas melancólicas de la Berenguela resonando dentro de su corazón y pisó las rúas milenarias que saben las historias de tantos peregrinos. Después de la capital de Galicia, el ilustre visitante pasó por la comarca de las Rías Baixas. Paseó por las nobles calles del hidalgo Cambados, mientras el orvallo coronaba dulcemente las almenas del Pazo de Fefiñáns. De este breve viaje nació "Viendo llover en Galicia", un artículo precioso publicado por el escritor en "El País". Si queréis leerlo os dejamos aquí el enlace:


Así que Gabriel García Márquez es uno de tantos hombres ilustres que llevan sangre gallega por sus venas. Ahora cuando lea sus cuentos veré llover mariposas amarillas sobre nuestros campos empapados de dulces rocíos y los ahogados más hermosos del mundo flotando sobre las olas suspirantes del mar y pensaré que los puertos de coloridos hogares de la Costa da Morte también son el pueblo de Esteban. Y todo gracias a Tranquilina Iguarán Cotes, una mujer gallega que, tras cruzar el mar con estelas de morriña, se estableció en las costas colombianas del Caribe hace siglos. Estamos seguro que de las historias y leyendas que le contaba al niño García Márquez en la Casa Grande de Aracataca, mientras amasaba con sus manos arrugadas el pan y sonreía con sus ojos ciegos, se forjó el gran edificio literario del Macondo de "Cien años de soledad".


Portada de "Cien años de soledad".

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