El pasado mes de septiembre, cuando ya morían los últimos días del verano, amarró sus anclas en el puerto coruñés una réplica de la Nao Victoria, la célebre nave con la que Magallanes y Juan Sebastián Elcano dieron la primera vuelta al mundo. Así que nos dirigimos a la marina de la ciudad coruñesa. Bajamos desde las calles de la Ciudad Vieja. Los rayos de luz matinal se posaban en el blasón de la Casa Cornide, antaño residencia del ilustrado coruñés José Cornide.
La Casa de Cornide, cuna del gran ilustrado gallego José Cornide Saavedra.
Luego descendemos por la Calle Damas, escuchando la canción argentina que sale de los caños de la Fuente del Deseo, en la Plaza de Azcárraga. Nuestros zapatos arrancan un eco de siglos al pisar las calles empedradas de la Ciudad Vieja. Dejamos atrás la Iglesia de Santiago, cuyas campanadas se mezclan con el canto de las gaviotas. Divisamos ya las blancas galerías, iluminadas por el candente sol del mediodía, como mejillas de muchachas que se sonrojaran al vernos. Al fondo, cabeceando sobre las olas, mecidos por la brisa de la tarde, cabecean los mástiles y las banderas de la réplica de la Nao Victoria.
Vista de las emblemáticas galerías de la Ciudad de Cristal.
Subimos a bordo para rememorar el célebre viaje de Magallanes, la primera circunnavegación del orbe en la Historia de la Humanidad. La nao Victoria fue construida en los astilleros de Zarautz, en el País Vasco. Formaba parte de la conocida como "Armada de las especies", una flota a la que el emperador Carlos V había asignado la misión de navegar hacia las llamadas "islas de las especies". Zarpó de Sevilla el 10 de agosto de 1519, con el almirante portugués Fernando de Magallanes al mando. Tras superar mil vicisitudes, la flota capitaneada por la nao Victoria pasa por la Patagonia, cruza el Cabo de Hornos, sale al Océano Pacífico y llega a las Islas Marianas. Arriban también al archipiélago de las Islas Filipinas, donde muere Fernando de Magallanes. El marino vasco Juan Sebastián Elcano es elegido nuevo capitán de la Victoria. Sería pues a las órdenes de Elcano, cuando el 6 de septiembre de 1522, después de tres años de larga travesía, la nao Victoria recalaba en el puerto de Sanlúcar de Barrameda. Así terminaba la primera vuelta mundo en barco de la historia.
Cuando la sangre del crepúsculo se derrama sobre las almenas del Castillo de San Antón, desembarcamos del insigne navío. Atrás quedan las banderas y los mástiles de la Nao Victoria. Al amanecer, la Nao Victoria dejó las costas gallegas. Su mascarón de proa, con sirenas de bellas sonrisas y senos desnudos esculpidas, tenía que seguir humillando las olas de los mares. Esperemos que algún día vuelva a hacernos una visita.
El Castillo de San Antón, testigo de tantas batallas en el pasado.
Cuando la sangre del crepúsculo se derrama sobre las almenas del Castillo de San Antón, desembarcamos del insigne navío. Atrás quedan las banderas y los mástiles de la Nao Victoria. Al amanecer, la Nao Victoria dejó las costas gallegas. Su mascarón de proa, con sirenas de bellas sonrisas y senos desnudos esculpidas, tenía que seguir humillando las olas de los mares. Esperemos que algún día vuelva a hacernos una visita.
Réplica de la Nao Victoria, que se pudo visitar en el puerto coruñés el pasado mes de septiembre.
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